Hoy te escribo, Madrid, porque ayer me olió a verano en tus calles.
Una vez te sentí casa, y decidí que jamás dejarías de serlo.
Renací contigo en 2016, y te dejé a finales del 18; sabiendo que te había conocido como de verdad se merecen las ciudades. Recuerdo mis largos paseos por ti, y ahora descubro los lugares que me reconectan con quien fui en aquel tiempo. Independientemente de la estación y el sentimiento.
Hoy te escribo, Madrid, porque a veces te echo de menos.
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