Escribo esto desde el mero punto de vista de una simple aficionada al cine con un poco de cultura general que se ha visto las dos películas por las que ambos estaban nominados. Y recalco esto último.
He de decir que, de siempre, he
sido muy pro Leo (sin ir más lejos protagoniza varias de mi top). Y también he
de decir, y a Twitter pongo por testigo, que según salí de la sala tras ver The
Wolf Of Wall Street me hubiera ido derechita a entregarle la estatuilla yo
misma. Y encantada.
Pero para apostar en los Oscars,
formes parte de la Academia o te codees con el público general en las butacas
de un cine los días que es barato, hay que conocer el trabajo de todos. Así que
seguí marcando como vistas el resto de cintas nominadas, tradición anual de una
servidora ya. Y llegué a Dallas Buyers Club. Y flipé, flipé pero bien. Flipé con
un Jared Leto metidísimo en el papel dejándome sentenciada en la cabeza su
categoría, y flipé con que el Matthew McConaughey que estaba viendo en pantalla
fuese el mismo Matthew McConaughey que hasta entonces conocía.
Y no sólo hablo de físico, que 21
kilos no se bajan fácilmente y es bien sabido que estos cambios son muy
valorados por Hollywood. Hablo también de que darle un giro radical a tu
carrera pasados los 40 no es algo que se vea todos los días ni que muchos se
puedan permitir. Pasar de ser el musculitos de comedias románticas mediocres de tarde de domingo al actorazo en el que se ha convertido de la noche a la mañana es un salto, un salto
grande, y para lograrlo se trabaja, y muy duro. Por si fuera poco en True
Detective nos está demostrando este cambio semana sí semana también y, para qué engañarnos,
no me creo que todos los miembros del jurado los domingos por la noche hayan
estado viendo el Canal Cocina. Marchando ayudita extra a través del televisor.
Leo ansiaba el premio, sabía que
tenía muchas posibilidades con este papel, y se lo creyó, se lo creyó quizás
demasiado. No digo que sobreactúe, al menos no tanto como algunas críticas
señalan (para eso ya está Jim Carrey) pero supongo que, como en todo, si bien
hay que creer siempre en tus posibilidades es mejor no dar las victorias por
firmadas.
Por otra parte, y esto creo que a
muchos se os escapa. Este premio es un reconocimiento anual por una película en
concreto, no por todo lo que hayas hecho antes. Nadie le va a dar un Oscar a
nadie ni por pena, ni porque pobrecito, ni porque ya era hora. Aunque, realmente, no creo que un buen actor se defina por el número de
figuritas doradas que decoren su salón. Quizás le acaben dando el Oscar
honorífico al cumplir los 78, quién sabe. Y es que qué queréis que os diga, un
reconocimiento por absolutamente todo lo que te ha llevado a estar donde estás
es bastante más aplaudible que el haber sido un One Hit Wonder cinematográfico.
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